Creo que el primer tema que tengo que tratar es el trabajo mío y de muchos compañeros, el cual, si ya era criticado, ha sido mucho más criticado en estos meses de confinamiento.

Voy hablar de lo que hace un maestro normalmente.

Su horario de trabajo no es sólo lo que permanece en el centro. Cuando se va a su casa, ya sea día laboral o fines de semana, su cabeza está pensando qué hacer con l@s alumn@s, en las actividades que tiene que preparar, tiene exámenes que corregir, tiene que preparar esas actividades (porque señores y señoras, no todo es el libro, y no todo viene preparado en el libro), hay cuadernos que corregir, exámenes que preparar o adaptar a la clase, …

Y ahora me podrán responder que para eso tenemos unas horas libres en el centro. Sí, en el centro hay horas libres pero no da para todo eso. Porque a las actividades arriba nombradas, hay que añadir las reuniones entre los diferentes grupos organizativos del centro, hacer fotocopias, horas de tutorías con padres y madres…

¡Ah! ¡Ya sé que vendría ahora! Las vacaciones. Cuando alguien te pregunta a qué te dedicas y dices que eres maestra, lo primero que dicen es ¡Cuántas vacaciones tenéis! Pues señores y señoras, nuestras vacaciones es el mes de agosto. El resto del tiempo estamos a disposición de la Administración. Pero no tengo remordimientos de conciencia en disfrutar las mismas vacaciones que disponen los alumn@s porque la profesión de maestro agota físicamente y psicológicamente. Me las merezco y necesito ese tiempo de descanso. Porque entre otras cosas, durante ese tiempo, no desconecto, yo sigo preparando y haciendo cosas para mis alumn@s (no a tiempo completo, pero se sigue pensando en lo que se ha dejado y con lo que te encontrarás después de las vacaciones).

Si parece tanta «ganga» tener esta profesión, (para mi es una suerte hacer algo que te gusta y te llena tanto), pues nada, yo animo a estudiar magisterio y presentarse a unas oposiciones y yo le diré «Bienvenido al cuerpo de maestro», y disfrutará de «muchas vacaciones», pero también deberá lidiar con muchos alumnos en el mismo aula, cada uno con diferentes problemas y niveles con los que hay que enseñar, acusaciones de padres, de alumn@s, y también de no muy buenos compañeros. Porque lamentablemente, esta no es una profesión donde haya mucho compañerismo.

Seguro que habéis visto coches de Sanidad, de Medio Ambiente donde los funcionarios o personal laboral utiliza para realizar su trabajo. Pues que sepáis, para los que no lo sepan, que nosotros, los maestros, para ir de un pueblo a otro para realizar nuestro trabajo debemos disponer de nuestro vehículo propio, pagamos las reparaciones del coche, pagamos la gasolina, los desgastes de las ruedas, y si hay un accidente … nos quedamos sin coche. Sí es cierto que en algunos casos, pagan desplazamientos por kilometraje, pero sabemos que esa cantidad no cubre ni la gasolina, ni las ruedas, ni las revisiones, ni los cambios de ruedas. También hay ayudas en caso de tener accidentes, pero tampoco lo cubre.

Empiezo con el trabajo realizado en casa durante el confinamiento de los meses de marzo, abril, mayo y junio de 2020. Todos, tanto padres, alumn@s como profesores de infantil, primaria, secundaria y universidad nos encontramos con una forma de enseñanza /aprendizaje que no habíamos utilizado nunca. En cuestión de unos días nos teníamos que poner al día de la plataforma creada por la Administración, informar a las familias, adaptar las actividades para que esos meses no se perdieran, utilizar cualquier medio para que ningún alumn@ se olvidara.

Durante el confinamiento los maestros hemos abierto nuestras casas a los alumnos, han visto imágenes de nuestra intimidad, hemos utilizado nuestros móviles que pagamos nosotros y no la Administración para ponernos en comunicación con las familias que no accedían al correo de la Junta, hemos trabajado horas fuera del horario escolar, hemos hablado con las familias que tenían dificultades,… Y todo eso para decir, ¡qué bien viven los maestros!

Los trabajadores de una fábrica, un albañil, un administrativo,… hacen su turno, se van a casa y no hacen más de su trabajo. Un maestro se lleva el trabajo a casa. Seguro que solo lo entienden los que viven esta vida.

Termino diciendo que un maestro tiene pasión por su trabajo, se llena de energía en las aulas y también se vacía, vive la labor que hace diariamente, transmite su conocimiento, y deja una pequeña huella en cada alumno que tiene a su cargo. Pensemos un poco antes de criticar.