Una de las expresiones que he escuchado mucho en el centro es que «los niños deben ser felices».

¿Y eso qué implica? ¿No se les puede sancionar cuando incumplen alguna norma? ¿No se les debe exigir porque lo pasan mal y «tiemblan» ante una asignatura porque no saben enfrentar la dificultad? ¿Quizás sea porque no hay que «forzarles» a pensar, reflexionar, trabajar porque eso no les gusta y ya no son felices? ¿O quizás es que hay que darles besos y abrazos continuamente diciéndoles «¡Qué guapo/a eres!?

Estoy de acuerdo que deben ser felices, fuera y dentro del centro, pero la vida no es fácil y sin dificultades, y sin estrategias para solucionarlas no van a ser felices nunca.

Exponerles ante ciertas situaciones para que aprendan y desarrollen sus estrategias, exigirles en un examen, llamarles la atención por su actitud o comportamiento no está reñido para que sean felices. Durante su etapa escolar van a jugar con sus compañeros, va haber momentos divertidos en clase, van a disfrutar de actividades que les van a gustar, pero también hay momentos para reflexionar, pensar, ser críticos y hacer un esfuerzo por comprender. Y todo esto último es duro, cuesta, no es fácil. Pero no por ello esto último es lo que les impide ser felices.

Creo que los niños y niñas pueden ser felices en un centro esforzándose, teniendo momentos en que una clase les puede resultar «pesada», que estén deseando que suene el timbre para marcharse a casa. Yo también he pasado por eso, y puedo decir muy claro que fuí feliz en mi época de la EGB; guardo muy buenos recuerdos de todos mis profesores de esa etapa.

No es necesario un contacto físico con ellos, ni alabarles continuamente (en muchos casos sin razón aparente) para hacerles saber que son valorados, que lo están haciendo bien, hacerles creer que son capaces de hacer muchas cosas y que si se confunden, del error se aprende, y la siguiente siempre saldrá mejor.

Si un niño tiene la atención de su profesor /a en cuanto a sus carencias de aprendizaje, si se le refuerza, se le motiva, se le reconduce por el camino correcto, se siente que es valorado por lo que hace y por lo que es como persona, se le anima en los malos momentos, se le corrige los errores y se le llama la atención cuando corresponde,… puede ser feliz perfectamente.